18 septiembre 2011

Reflexión al Evangelio, 18 septiembre


Compartiendo la PalabraPor José Antonio Pagola


PARABOLA DEL PROPIETARIO GENEROSO:
Enseñanza de Jesús en la parábola

A) Jesús proclama ante todo, a través de esta parábola, la bondad de Dios. Dios es Alguien que no excluye de su bondad a nadie ni siquiera a los que son tenidos por últimos, a los despreciados, a los pecadores, publicanos. Dios ofrece también su salvación a los que han hecho muy poco o nada; incluso a estos últimos quiere darles lo que merecen. Así es Dios con todas las gentes. B) Esta bondad de Dios sobrepasa nuestra idea de justicia. Dios no descuida a nadie, no deja de premiar a nadie, no queda en deuda con ninguno, a nadie hará injusticia. Por eso nadie podrá presentarse con reclamaciones justificadas ante Dios. La bondad de Dios no podrá quedar encerrada dentro de las ideas de justicia que nosotros manejamos.C) Esta idea que Jesús anuncia quiere decir que Dios no recompensa simplemente a las perdonas según lo que hagan -no queda atado a lo que hacen los hombres- como si fuera un distribuidor automático que da a cada uno lo que merece… Eso es falso: Dios no da a cada uno lo que merece -desde luego que no le dará menos- pero le dará más, le puede dar más. La actuación de Dios para con los hombres es fruto de su bondad, la cual no entra dentro de nuestras categorías y nuestros criterios de justicia humana.D) La bondad de Dios es lo que explica y justifica la actitud de Jesús. El se acerca también a los últimos, a los pecadores… porque sencillamente es El la encarnación de ese Dios de Bondad. Por eso, Jesús es siempre un Evangelio, una Buena Noticia para los últimos, para los que tienen muy poco que presentar, para los pecadores.E) La actitud bondadosa y generosa de Dios y de Jesús solamente resultan escandalosas para quienes todavía no entienden a Dios ni han comprendido quién es El. Pero todo el que se extrañe, se escandalice de que Dios es así, tiene que pensar ante todo si en su corazón no habrá envidia y falta de amor. Porque no se puede murmurar contra la bondad de Dios. Pedirle cuentas de por qué a los otros más aunque merezcan menos será actuar con envidia. Ante la bondad de Dios nadie puede decir nada. SEGUIR LEYENDO...