16 marzo 2012

Reflexión, 4º Domingo Cuaresma: Hay muchas maneras de ver a Jesús


 


Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Una revista japonesa tiene en una de sus páginas la fotografía de una mariposa en blanco y negro. Pero al contacto del calor de la mano la tinta reacciona y la mariposa se va transformando poco a poco y aparece llena de color y en toda su belleza. Hay aquí, en la comunidad del Pilar, muchas páginas en blanco y negro, grises, que esperan también ser transformadas y llenarse de color y de vida. Hay aquí, en este domingo, muchos Nicodemos que buscan a Jesús pero como el Nicodemo del evangelio no entienden el mensaje de Jesús. Jesús le dijo a Nicodemo que para entrar en el Reino de dios "hay que nacer de nuevo". Hay que aprender a ver. No somos religiosos porque creemos unas verdades, recitamos una oraciones y celebramos unos ritos, sino porque vemos el mundo y nuestra vida con los ojos de Jesús. Y venimos aquí para aprender a ver y nacer de nuevo. Cierto, hay muchas maneras de ver a Jesús. El Jesús que ven los niños, los adultos, los incrédulos, los cristianos. El Jesús del cine y del arte. Incluso entre los curas hay distintas maneras de verlo y hablar de Él. "Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto así también es necesario que el Hijo del hombre, Jesús, sea levantado en alto". Nos cuenta el libro de los Números la prueba de las serpientes venenosas. Dios no elimina las serpientes pero les da a todos un contraveneno: mirar a la serpiente que Moisés levantó y así quedaban libres del veneno de la picadura.
"El Hijo del hombre, Jesús, tiene que ser levantado en alto para que todo el que crea tenga vida eterna".
En el tiempo nuevo, en el nuevo templo que es Jesús hay que mirar al que es siempre nuevo. Jesús es levantado en alto. Levantado en la cruz, Jesús es el contraveneno para el pecado; levantado en la cruz, Jesús es la puerta de la vida; levantado en la cruz, Jesús es la prueba de que Dios nos ama; levantado en la cruz, Jesús es el que nos mira y nos presta sus ojos para vernos a nosotros mismos redimidos y amados.
Levantado en alto, Jesús es también glorificado, resucitado, sentado a la derecha del Padre, victorioso y triunfador. Levantado, nosotros somos urgidos a mirar al que levantaron, es decir, creer en el que dio la vida por nosotros. "Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo único para que todo el que crea tenga vida eterna". El amor verdadero no pide nada. El amor verdadero da, se da. Y Dios que es amor no te pide nada, se te da a si mismo a través de su Hijo único. Dios da porque ama.
Y el amor de Dios no se conquista como el amor de una mujer con piropos, con citas, regalos y promesas de eterna fidelidad. El amor de Dios se acepta sin más. El amor de Dios, como todos los amores, tiene su prueba de fuego y ésta es la cruz de su Hijo. Sigue leyendo...