11 marzo 2012

Reflexión: Una relación de amor, no comercial




Por Fray Marcos
INTRODUCCIÓN
En las tres primeras lecturas de los domingos que llevamos de cuaresma, se nos ha hablado de pacto. Después de la alianza con Noe (Dom. 1) y con Abraham (Dom. 2), se nos narra hoy la tercera alianza, la del Sinaí. La alianza con Noe, fue la alianza cósmica del miedo. La de Abrahán fue la familiar de la promesa. La de Moisés fue la nacional de la Ley.
¿Cómo debemos entender hoy estos relatos? Noe, Abrahán y Moisés, son personajes legendarios. La historia “sagrada” que narra la vida y milagros de estos personajes empezó a escribirse hacia el siglo IX antes de Cristo. Son míticas leyendas que no debemos entender al pie de la letra. Se trata de experiencias vitales que responden a las categorías religiosas de cada época. 
Hoy nadie, en su sano juicio, puede pensar que Dios le dio a Moisés unas tablas de piedra con los diez mandamientos. No fue Dios quien utilizó a Moisés para comunicar su Ley, sino Moisés el que utilizó a Dios para hacer cumplir unas normas que él consideró imprescindibles para la construcción y supervivencia del un pueblo. Dios no puede hacer pactos con nadie porque no puede ser “parte”. Una cosa es la experiencia de Dios que los hombres tienen según su nivel cultural, y otra muy distinta lo que Dios es. Jesús nos habló del Dios de la “alianza eterna”. Sigue leyendo...