Domingo 30° durante el año – (23
de octubre de 2016)
1-
Entrada:
Con agradecimiento
y humildad nos reunimos como hermanos para encontrarnos con nuestro buen Dios. ¡Comencemos
la Misa cantando con alegría!
2-
Liturgia de la Palabra:
Dios es justo y
misericordioso. Él reconoce a quien tiene un corazón humilde pero rechaza al
soberbio. Prestemos atención y pensemos, al escuchar el Evangelio, con qué
personaje nos identificamos.
3-
Oración de los fieles:
Sabiéndonos
necesitados de Dios como el publicano del templo y confiando en su bondad,
digámosle juntos: Señor, justifícanos con tu gracia.
- Por el
Papa Francisco y todos los pastores de la Iglesia, para que como San Pablo,
peleen hasta el fin el buen combate, concluyan su carrera y conserven la fe.
- Por
todos los miembros de la Iglesia, especialmente los más comprometidos, para que
nunca seamos como el fariseo que se vanagloriaba de sus méritos y despreciaba a
los demás.
- Por
nuestra patria, para que reine la justicia y sea verdaderamente igual para
todos.
- Por
los pobres, marginados y excluidos, para que sepan que Dios escucha su clamor y
lo vean reflejado en una vida más digna.
- Por
nuestros jóvenes, para que sean sensibles a las necesidades de los demás y
construyan un futuro con más igualdad, justicia y solidaridad.
4-
Ofrendas:
En el momento del
ofertorio llevemos al altar el pan y el vino junto con la ofrenda de nuestra
vida puesta al servicio de Dios y los hermanos. Hagamos la colecta y cantemos
juntos.
5- Comunión:
No son nuestros
propios méritos los que nos justifican, sino la misericordia que Jesús nos
obtuvo con su sacrificio. Vayamos a comulgar con un corazón humilde. ¡El mismo
Cristo nos elevará! ¡Cantemos con alegría!
6-
Despedida:
Vayamos, queridos
jóvenes, a continuar nuestra carrera, tanto como Dios quiera. Sepamos que Él
está siempre a nuestro lado para darnos fuerzas. ¡Despidámonos alabando al
Señor!
A tener en cuenta para la semana: viernes 28: Santos Simón y Judas,
Apóstoles.
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