19 octubre 2016

Guión litúrgico para la Jornada del DOMUND: 23 octubre

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23 de octubre – Domingo XXX del Tiempo Ordinario
DOMUND 2016
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Este domingo tiene lugar la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND, con el lema “Sal de tu tierra”.
La Jornada nos propone el ejemplo de los misioneros y misioneras, que lo han dejado todo para salir de su tierra e ir hacia los que no conocen a Cristo. Todos y cada uno, y nuestra entera comunidad cristiana, estamos llamados a salir de nosotros mismos, a ser lo que el papa Francisco llama “una Iglesia en salida”.
La celebración de la misa del domingo es el mayor acicate para despertar nuestra fe y nuestro amor, y hacer que no se aletargue nuestra vida cristiana, sino que sea misionera. Acojamos con espíritu humilde la Palabra de Dios y la eucaristía, para que con alegría salgamos al encuentro de todos nuestros hermanos.

Sugerencias para la homilía
En el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta dos modelos de oración: uno es el de la persona segura de sí misma, que da gracias a Dios, pero que no se siente necesitada de su misericordia; el otro es la oración de quien, ante Dios, se sabe indigno y necesitado de perdón y misericordia. Jesús concluye lapidariamente:
“Este bajó a su casa justificado, y aquel no”. Y es que Dios es un Padre que nos ama siempre e incondicionalmente, y ante Él lo que somos está patente: de nada sirve autojustificarnos. La oración nos abre a Dios desde la realidad de nuestra existencia; si acogemos su misericordia, Él mismo nos perdona y renueva nuestra vida, Él nos justifica. Ya el Antiguo Testamento hablaba del valor que la oración del pobre tiene a los ojos de Dios (primera lectura y salmo).
En la segunda lectura san Pablo expresa su confianza ante Dios: compara su vida con una competición deportiva y espera –no de sus méritos, sino de Dios, juez justo– el premio a sus trabajos. Porque Dios no se contenta con ser quien nos justifica, sino que, además, nos hace partícipes de su obra de salvación y recompensa sobradamente –con el ciento por uno– a quien invierte su vida al servicio del Evangelio en favor de sus hermanos.
La Jornada Mundial de las Misiones de este año tiene como lema “Sal de tu tierra”, y la liturgia de hoy nos habla de la actitud elemental e imprescindible: dejar de mirarnos a nosotros mismos y mirar la necesidad de los demás. La oración que Dios escucha es la del humilde que proclama con su vida y su palabra la misericordia del Señor. Reconocer nuestra pobreza y la grandeza de la obra de Dios –como lo hizo la Virgen María– es la forma más sencilla de ser misionero. En este Año Jubilar de la Misericordia, nos lo recuerda también el Papa en su Mensaje para la Jornada, que tiene por título “Iglesia misionera, testigo de misericordia”. Hay un vínculo esencial entre misericordia y misión, y la misericordia exige la humildad del corazón.
Modelo de “cristiano en salida” y de “Iglesia en salida” son los misioneros y misioneras, que esparcen la semilla de la Buena Noticia por el mundo entero. Ellos han dejado su tierra para ponerse al servicio del Evangelio y de la Iglesia. Ciertamente se trata de una vocación específica, aunque este hecho no debe opacar la realidad de que todo cristiano está llamado a “salir de su tierra”, en cuanto esta representa el arraigo en lo conocido, las seguridades humanas, la autojustificación personal, la comodidad, la rutina… La oración humilde, al tiempo que nos hace confiar en la misericordia de Dios, nos convierte también en mensajeros de ella, nos desarraiga y nos hace valerosos para anunciar esa misericordia del Señor a los demás. ¡Que sea este el fruto de la celebración eucarística que nos ha reunido!
Oración de los fieles
Dios escucha la oración que se le dirige con espíritu humilde; animados por el Espíritu Santo, confiadamente le pedimos:
  • Por la Iglesia, para que toda ella sea testigo de misericordia. Roguemos al Señor.
  • Por el Papa y los obispos, para que ayuden a todos los fieles a ser “Iglesia en salida”. Roguemos al Señor.
  • Por todos los cristianos, para que nuestra oración humilde nos ayude a ser anunciadores de la misericordia de Dios. Roguemos al Señor.
  • Por el fruto del Año Jubilar de la Misericordia, para que haga a la Iglesia más capaz de llevar el Evangelio a todos los hombres y pueblos. Roguemos al Señor.
  • Por las personas que sufren, para que vean en quienes les ayudan el rostro de la misericordia de Dios. Roguemos al Señor.
  • Por los misioneros y misioneras en todo el mundo, para que sigan saliendo con la alegría de la misericordia al encuentro de los demás. Roguemos al Señor.
  • Por nosotros, para que dejemos nuestra comodidad y salgamos a las periferias existenciales que aguardan el anuncio del Evangelio. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre de misericordia, la oración humilde de tus hijos, que han puesto su confianza solo en Ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Juan Martínez Sáez, fmvd. Colaborador de las OMP

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