25 septiembre 2011

Reflexión al Evangelio del 25 de septiembre




Por Fray Marcos

CONTEXTO

Jesús acaba de realizar la “purificación del templo”. En el episodio inmediatamente anterior, los sumos sacerdotes y los senadores, preguntan a Jesús con qué autoridad actúa así. Él les responde con otra pregunta: ¿El bautismo de Juan era cosa de Dios o cosa humana? No se atreven a contestar, y Jesús les cuenta esta parábola. Mateo trata de justificar que la comunidad cristiana se apartara del organigrama religioso judío, pero quiere advertir también a la nueva comunidad que no debe caer en el mismo error.
También debemos tener en cuenta las dos parábolas siguientes: “los viñadores homicidas” y “el banquete de bodas”, que vamos a leer los próximos domingos. Las tres constituyen una provocación intolerable para la casta religiosa de su tiempo. Siguen las advertencias a la comunidad.
Es muy peligroso creerse perfecto. Lo importante es descubrir los fallos y rectificar lo que has hecho mal. La pura teoría no sirve para nada, solo la vida salva. Lo que digamos o lo que proclamemos son palabras vacías, mientras no vayan acompañadas por una actitud vital, que inevitablemente se manifestará en las obras. En el evangelio de Juan, en las discusiones con los judíos, Jesús pone como instancia definitiva sus obras. “Si no me creéis a mí, creed a las obras”. 
EXPLICACIÓN

El domingo pasado nos hablaba de jornaleros mandados a la viña. Hoy nos habla de hijos. Esta diferencia es muy importante, a la hora de valorar lo que nos quiere decir el texto.
En el AT, el pueblo, en su conjunto, se consideraba hijo de Dios. Jesús distingue ahora dos hijos: los que se consideran verdaderos israelitas (buenos) y los que los jefes religiosos consideran “pecadores”. Para descubrir la profundidad del relato tenemos que recordar que ser hijo significaba hacer en todo la voluntad del padre. Un buen hijo era el que salía al padre, el que imitaba perfectamente la figura del progenitor. Como consecuencia el que dejaba de hacer la voluntad del padre, dejaba de ser hijo. Preguntar “¿Quién hizo la voluntad del padre?” es lo mismo que decir “¿Quién de los dos es verdadero Hijo?” Sigue leyendo...